1. Fuerza y debilidad de la palabra profética Los libros proféticos son quizá los más difíciles de todo el Antiguo Testamento. No debe extrañarnos. Para comprender un mensaje tan encarnado en la realidad de su tiempo es preciso conocer las circunstancias históricas, culturales, políticas y económicas en las que tales palabras fueron pronunciadas. Por otra parte, los profetas usan a menudo un lenguaje poético, y todos sabemos que la poesía es más densa y difícil que la prosa. De esta manera, intervenciones que en su tiempo debieron de resultar escalofriantes, casi blasfemas, parecen hoy anodinas a muchos lectores. Y palabras de profunda hondura humana y religiosa pasan desapercibidas para muchos cristianos. Me parece interesante imaginar cómo sonarían estos textos en nuestros oídos si los antiguos profetas resucitasen. Con esta intención ofrezco algunas adaptaciones de textos proféticos. Pueden suscitar malestar o escándalo. Resultar estúpidas y utópicas. Pero tienen dos ventajas: nos ayudan a comprender su forma de expresarse y los motivos por los que fueron perseguidos o pasaron por ilusos. Partamos de un sencillo texto de Amós:
“Marchad a Betel a pecar, en Guilgal pecad de firme: ofreced por la mañana vuestros sacrificios y al tercer día vuestros diezmos; ofreced ázimos, pronunciad la acción de gracias, anunciad dones voluntarios, que eso es lo que os gusta, israelitas ―oráculo del Señor―” (Am 4,4‑5).
“Marchad a Santiago a pecar, en el Pilar pecad de firme. Acudid a misa todos los días, ofreced vuestras velas y ofrendas. Encended el botafumeiro, ardan los incensarios, anunciad novenas, que eso es lo que os gusta, católicos ―oráculo del Señor―.”
“Escuchad esta palabra, vacas de Basán, en el monte de Samaría: Oprimís a los indigentes, maltratáis a los pobres, y pedís a vuestros maridos: Trae de beber. El Señor lo jura por su santidad: Llegará la hora en que os agarren a vosotras con garfios, a vuestros hijos con ganchos; saldrá cada cual por la brecha que tenga delante, camino del Hermón ―oráculo del Señor―” (4,1-3).
“Escuchad esta palabra, señoronas de El Escorial, las que veraneáis en Mallorca y en Marbella. Oprimís a los pobres, explotáis a los obreros, y sólo os interesa daros la buena vida. Llegará un día en que os rodearán con fusiles, a vuestros hijos con bayonetas, y os subirán en camiones de animales camino del destierro ―oráculo del Señor―”.
El contenido será discutible. A algunos les molestará, a otros les parecerá una estupidez (son dos reacciones muy típicas ante los profetas). Pero el lenguaje resulta diáfano. En cualquier caso, el profeta no se preocupa sólo de transmitir un mensaje inteligible. Se esfuerza también por expresarse con belleza. A veces lo intenta mediante juegos de palabras, que resultan atractivos al auditorio, como en este nuevo ejemplo de Amós:
“Así dice el Señor a la casa de Israel: Buscadme y viviréis; no busquéis a Betel, no vayáis a Guilgal, no os dirijáis a Berseba; que Guilgal irá cautiva y Betel se volverá Betavén. Buscad al Señor y viviréis” (Am 5,4-5).
Una vez más, el esfuerzo del profeta resulta inútil para un lector moderno que no sepa hebreo. Intentemos revivirlo:
“Así dice el Señor a los católicos: Interesaos por mí y viviréis: Pero no os intereséis por el Pilar, no vayáis a Santiago, no acudáis al Rocío. Que el Pilar caerá por tierra, y el Rocío se volverá tormenta. Interesaos por el Señor y viviréis”.
En el ejemplo de Amós, hay dos juegos de palabras: el primer caso es de tipo sonoro (kî gilgal galó yiglé, “que Guilgal irá cautiva”), mientras el segundo mezcla lo sonoro con lo conceptual (“Betel se volverá Betavén”, es decir, “Casa de Dios se volverá Casa del Mal”). La adaptación que ofrezco juega sólo con lo conceptual e imaginativo: el Pilar cae por tierra, el Rocío se vuelve tormenta. Lo de menos es la adecuación perfecta. Sólo me interesa subrayar el esfuerzo de formulación[1]. Otras veces, el acierto no se busca a nivel de juego de palabras o de expresiones acertadas, sino en imágenes llamativas. Intentando expresar Amós el gran valor de la justicia, y lo poco que la estiman las autoridades de Israel, formula estas simples preguntas:
“¿Se meten los caballos por los peñascos? ¿Se usan los toros para arar? Pues vosotros convertís en veneno el derecho, la justicia en acíbar” (Am 6,12).
En nuestro lenguaje:
“¿Se mete un Rolls Royce por el campo? ¿Se usa un Mercedes para arar? Pues vosotros estáis oxidando el derecho y echando a perder la justicia.”
Cualquier estudioso del Antiguo Testamento sabe la cantidad enorme de obras que se publican cada año ―artículos y libros― para aclarar sus numerosos problemas. En muchísimos casos se trata de problemas secundarios, que se prestan a interminables discusiones, aunque el sentido global del texto sea claro. Es lo que ocurre a quien lee Miq 6,1-8. La bibliografía sobre estos pocos versos, especialmente sobre los últimos, es abundantísima. Lo que dice Miqueas ―en un diálogo ficticio entre Dios, el pueblo y el profeta― es, más o menos, algo tan sencillo como esto:
DIOS:
“Escuchad, montes, el juicio del Señor, tended, cimientos de la tierra: El Señor entabla juicio con su pueblo, pleitea con la Iglesia. Pueblo mío, ¿qué mal te he hecho? ¿En qué te molesté? Respóndeme. Te saqué del paganismo, de la esclavitud te redimí, enviando por delante a mi Hijo. Recuerda mis innumerables beneficios, ten presente la salvación de Dios.
EL PUEBLO
¿Cómo podremos agradar al Señor, acercarnos al Dios Altísimo? ¿Nos acercaremos con procesiones, marchando en peregrinación? ¿Le agradarán al Señor nuestras velas y ex‑votos, nuestras ofrendas en metálico para el templo? ¿Mandaré mi hijo al seminario, mi hija al noviciado, para expiar mi ingratitud?EL PROFETA Ya sabes, hombre, lo que es bueno, lo que Dios desea de ti: simplemente que practiques la justicia, que actúes con misericordia y que te muestres humilde con tu Dios”.
2.1. Géneros tomados de la sabiduría tribal y familiarDesde antiguo, la familia, el clan, la tribu, han empleado los recursos más diversos para inculcar un recto comportamiento, hacer reflexionar sobre la realidad que rodea a niños y adultos: exhortación, interrogación, parábola, alegoría, enigmas, bendiciones y maldiciones, comparaciones. De todos ellos encontramos ejemplos en los profetas. Cuando Natán va a denunciar al rey David su adulterio con Betsabé y el asesinato de Urías no aborda el tema directamente, comienza con una parábola (2 Sam 12,1-7). Cuando Ezequiel acusa al rey de Judá porque, después de prometer fidelidad al rey de Babilonia, violó el juramento y buscó la ayuda de Egipto, lo hace mediante una alegoría (Ez 17,1-9). Al ámbito sapiencial pertenecen también la bendición y la maldición que encontramos en Jer 17,5-8. Otro género frecuente entre los sabios, la comparación, aparece en Jer 17,11. La pregunta es una forma de hacer reflexionar y de inculcar una conclusión inevitable; Amós la emplea en 3,3-6.
2.2. Géneros tomados del cultoPodemos clasificar en este apartado himnos, oraciones, instrucciones y, quizá, los oráculos de salvación. En Amós tropezamos con un hecho curioso; a lo largo del libro encontramos en diversos momentos lo que parecen fragmentos de un himno al poder de Dios (4,13; 5,8-9; 9,5-6). Es posible que no fuese compuesto por Amós, sino tomado por él y distribuido a lo largo del libro, en momentos claves, para subrayar la omnipotencia divina. En Isaías encontramos un himno de primera mano, compuesto por el profeta o por el redactor del libro (Is 12). La instrucción es un género típico del culto. La emplea el sacerdote cuando responde a algunos de los problemas concretos que le plantean los fieles. Los profetas también usan el género, aunque puede ocurrir ―como en el caso de Amós―, que sea con intenciones distintas, en plan irónico (Am 4,4-5). Como ejemplo de oración citaré el de Jeremías cuando compra el campo a su primo Hanamel. En momentos difíciles, cuando Jerusalén está asediada por el ejército babilónico, el profeta comprende que esta compra absurda, la peor inversión económica, es voluntad de Dios. La lleva a cabo y, después de firmar el contrato, ora al Señor pidiéndole la explicación del misterio (Jer 32,16‑25). La respuesta de Dios se encuentra más adelante (32,43). Más discutible resulta que el oráculo de salvación pertenezca al ámbito del culto. Quizá su contexto primitivo fuese el de la guerra, cuando un sacerdote o profeta anunciaba la victoria en nombre de Dios y animaba al ejército a no tener miedo. Este género es muy utilizado por el Deuteroisaías (por ejemplo, en Is 41,8-16).
2.3. Géneros tomados del ámbito judicialA veces, los profetas emplean el discurso acusatorio, la requisitoria, la formulación casuística, o algunos elementos de estos géneros, para insertarlos en un contexto más amplio. Por ejemplo, Ez 22,1-16 contiene las acusaciones típicas del fiscal en un proceso. En este contexto judicial se sitúa también la enumeración de una serie de comportamientos justos, que termina con la declaración de inocencia del que vive de acuerdo con ellos (Ez 18,5-9). Y este espíritu jurídico, tan acentuado en Ezequiel, es el que le lleva a una serie de formulaciones casuísticas (Ez 18,10-17). Entre los géneros tomados del ámbito judicial, uno de los que más ha interesado a los comentaristas es el de la requisitoria profética (rîb).
2.4. Géneros tomados de la vida diariaIncluyo en este apartado una serie de cantos que surgen en las más diversas situaciones de la vida: amor, trabajo, muerte... La famosa “canción de la viña” de Isaías la presenta el profeta como una canción de amor (Is 5,1-7). Ezequiel ofrece un ejemplo de canción de trabajo doméstico, realizado por un ama de casa, que le servirá para aplicarla al futuro de Jerusalén (Ez 24,3-5.9-10). En otra ocasión se trata de un canto a la espada (Ez 21,13-21). Entre estos cantos que surgen en distintos momentos de la vida, el más importante y frecuente es la elegía, entonada con motivo de la muerte de un ser querido, que los profetas utilizan para presentar la trágica situación de su pueblo en el presente o en el futuro. La más antigua y concisa la encontramos en Amos (5,2-3). Elementos elegíacos y alegóricos se unen en otro texto de Ezequiel para describir la situación de los últimos reyes judíos (Ez 19,1-9). Muy relacionados con la elegía están los ayes. “¡Ay!”, “¡Ay!”, es uno de los gritos entonados por las plañideras cuando acompañan al cortejo fúnebre. Los profetas utilizan este género para indicar que determinadas personas ―más bien grupos― se encuentran a las puertas de la muerte por sus pecados (Is 5,7-10; Is 5,20; Hab 2,7-8)
2.5. Géneros estrictamente proféticosDos casos merecen especial atención: el oráculo de condena dirigido a un individuo y el oráculo de condena contra una colectividad. Ambos constan de diversos elementos, pero son esenciales la denuncia del pecado y el anuncio del castigo.
En las tradiciones de Elías encontramos ejemplos significativos de oráculos de condena contra un individuo. Cuando el rey Ajab se ha apoderado de la viña de Nabot tras su asesinato, el profeta le sale al encuentro para interpelarlo:2.5.1. Oráculos de condena contra un individuo
“¿Has asesinado y encima robas?Por eso, así dice el Señor:en el mismo sitio donde los perros han lamido la sangre de Nabot,también a ti los perros te lamerán la sangre” (1 Re 21,17ss).
“¿Es que no hay Dios en Israel para que mandes a consultar a Belcebú?Por eso, así dice el Señor:No te levantarás de la cama donde te has acostado.Morirás sin remedio” (2 Re 1,3-4).
“Escucha la palabra del Señor.Tú dices: `No profetices'.Pues bien, así dice el Señor:Tu mujer será deshonrada,tus hijos e hijas caerán a espada,tu tierra será repartida a cordel,tú morirás en tierra pagana”(Am 7,16-17).
Se dirige a todo el pueblo, a un grupo, o a las naciones extranjeras y aparece como un desarrollo del anterior, con un horizonte más amplio. La denuncia del pecado abarca una multitud o una serie de faltas. Generalmente consta de dos miembros: el primero denuncia de forma general, el segundo ataca un pecado concreto. Por ejemplo:2.5.2. Oráculo de condena contra una colectividad
“A Damasco, por tres delitos y por cuatro, no la perdonaré.Porque trilló a Galaad con trillos de hierro” (Am 1,3)
“Romperé los cerrojos de Damasco y aniquilaré a los jefes de Valdelito y al que lleva cetro en Casa Delicias. Y el pueblo sirio irá desterrado a Quir” (Am 1,5).
3.1. Sobre la lectura literariaQuien desee profundizar en este tema debe leer el extenso estudio de L. Alonso Schökel sobre la poesía hebrea en Hermenéutica de la Palabra, Cristiandad, Madrid 1987, donde también pueden encontrarse otros artículos suyos en los que analiza textos proféticos desde este punto de vista.
3.2. Sobre los géneros literariosJ. L. Sicre, Profetismo en Israel, Estella 1991, capítulo 6, con abundante bibliografía sobre cada uno de ellos.